Como rezaba la entrada pasada de la Hepatitis B, esta enfermedad es silenciosa. Recibe ese nombre debido a que se puede caer en el error de confundirla con otra clase de alteración en la salud. Esta confusión es comprensible, ya que la ETS de la que hablamos se presenta con síntomas similares a los de la gripe, entre otros. Por tanto se puede dar el caso de que una persona se encuentre infectada y no lo sepa.
Los signos de la hepatitis afloran entre las seis semanas y seis meses después de haber contraído el virus que la provoca. Los signos que tiene en su haber la enfermedad son los siguientes: cansancio, dolor en el abdomen, náuseas, vómitos, hiporexia (vulgarmente conocido como falta de apetito), cefaleas, dolor de articulaciones, urticaria, fiebre, ictericia, alteraciones en la eliminación: orina (muy) concentrada o defecaciones claras o de color gris.
Es importante conocer estos signos y síntomas, ya que de detectarlos es fundamental acudir de inmediato a nuestro médico de cabecera para realizarnos las pruebas diagnósticas pertinentes. De las que hablaremos en la próxima entrada...
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